Como podrán observar la instantánea está tomada momentos antes de concluir la Estación de Penitencia a pocos metros de la Casa-Hermandad donde nos encontramos y en ella aparecen dos de nuestras imágenes titulares: San Juan Evangelista y Nuestra Señora de la Misericordia. Se puede intuir, en esa instantánea, la emoción contenida de la gente, la expectación ante la inminencia de uno de los momentos más bonitos y a la vez tristes de una Hermandad: la finalización de su Estación de Penitencia, cuando en la gente y en todos los miembros del cortejo procesional, desde penitentes hasta costaleros, hay una mezcla de cansancio, de satisfacción por el deber cumplido, de no querer que se acabe para tener que esperar otro año para volver a experimentar esas sensaciones tan contrapuestas y a la vez tan emotivas. En esos momentos parece como si el tiempo se detuviese, como si el paso no andase, como si cada segundo fuese tan pleno como una vida entera, como si el espectador y los que van realizando la Estación de Penitencia saboreasen cada momento como si fuese el último de su vida, como si quisiesen captar con su retina el momento más sublime para luego tenerlo, como un tersoro, en su memoria para revivirlo durante la dura espera de otro año y así poder alimentarse de unos sensaciones que se necesitan como el aire que se respira pero que no podrán vivirse plenamente hasta que vuelvan a ver a San Juan y a Nuestra Señora de la Misericordia salir por estas puertas después de un año de larga espera para otra vez besar a la Señora con la mirada, y al besarla con la mirada surgen unas lágrimas que no se pueden contener, que no se quieren contener porque se recuerda al que se ha ido, al ausente porque vuelves a experimentar esa sensación que no se sabe explicar pero que te traspasa el corazón. Y en esos momentos todos queremos ser Juan, todos queremos abrazarla, sostenerla, consolarla. En esos momentos todos envidiamos a Juan porque está tan cerca de María como nosotros quisiéramos estarlo.
Todo esto lo hemos querido recoger en este cartel que presentamos por primera vez para anunciar nuestra Estación de Penitencia, el Jueves Santo por la mañana. Y aunque nuestro Cristo de la Clemencia no se ve, tenemos la certeza de que si mirásemos más adelante lo veríamos con su andar reposado y humilde porque lo que la Señora y San Juan nos están diciendo desde que hemos empezado a contemplarlos en esta instantánea es que, el cura todas nuestras miserias está a nuestro lado, en nuestro corazón.
